Debemos reconvertir todo lo que nos han enseñado: Planta un hijo, tén un árbol, lee un pinche libro...

sábado, 11 de junio de 2011

La flor más hermosa del universo

El explorador estaba listo para partir, le habían comentado que más allá de lo recóndito y si se armaba de valor, encontraría a "la flor más hermosa del universo". Esa flor, le dijeron, es tan hermosa que por si misma puede retoñar sin necesidad de la luz solar y también que era capaz de abrir sus pétalos en los tiempos más difíciles y extremos que las cuatro estaciones del año pudieran recetarle. Él, en realidad era botánico y la simple idea de encontrar tan místico brote, lo encausaba a descubrir la más grande de las inquietudes que pueden sentir quien se ocupa de tiempo completo para tales taréas. A fin de cuentas, un explorador a eso se dedica, ese es su trabajo. -Pensó hacia sus adentros para darse valor y emprender la búsqueda a lo desconocido-

El explorador solo sabía lo que le habían dicho: "en latitud norte 45°, este 25° entre la longitudinal del sur con 56° y oeste 92°, ahí la encontrarás", esa información era lo único que había recibido ¿pero de quién? ¿quién le había dado esa información? ¡BAH!, eso no importa. Recordemos que los exploradores son seres extraños a los cuáles no les interesa saber más allá de los datos simples que puedan servir para encontrar "algo".

 -Soy un explorador, mi trabajo es descubrir lo indescubrible-, se decía a sí mismo para darse ánimos en un lugar desconocido en que había desembarcado. El explorador en terrenos extraños, se convertía más en un descubridor de nuevos mundos. La isla en la cual había descendido, se encontraba deshabitada de la misma especie a la cual él pertenecía, pero eso no le importó y ni siquiera le dio importancia, -para eso vine aquí, no importa el tiempo que me lleve a tal descubrimiento- Se dijo más para darse ánimos que por estar seguro de lo que realmente hacía. La duda comenzó a invadir su optimismo; después de unos meses y cuando los víveres comenzaron a escasear, decidió volver a su ciudad natal con las dificultades que eso conllevaría y que se reducían a un solo concepto que le revoloteba la cabeza: "Haz fracasado".

Años más tarde, ya en la tranquilidad de su hogar, después de haber perdido el espíritu aventurero y de convertirse en un ermitaño por tal fracaso que constituía no haber descubierto la flor "prometida", el explorador se decidió a salir de su casa. Durante muchos años imaginó la apariencia de dicha flor hasta que llegó al punto de que la consideraba algo, por así decirlo, utópica y por lo mismo, más hermosa aún de lo que le habían dicho en un principio. Terminó idealizando algo simple y sencillo.

Su idealización cobró vida y cuerpo cuando un día decidió salir de su cabaña ermitaña y darse cuenta que a pocos metros de su propiedad y de donde mantenía un invernadero abandonado, salía dentro del mismo un viejo decrépito acompañado de un asno que llevaba sobre su lomo un racimo enorme y hermoso de las flores más hermosa que ojo humano hubiese tenido la oportunidad de haber visto. El explorador absorto, sin darse cuenta del lacrocinio que cometía semejante viejo decprépito, no dudo en hacer la pregunta que todos esperamos: "¿DÓNDE ENCONTRASTE ESAS FLORES QUE TANTO HE BUSCADO?"

El "viejo decrépito" solo atinó a contestar lo siguiente: "llevo años llevándolas a mi casa; este invernadero ha estado abandonado tanto tiempo, que decidí darle lo que le faltaba para cultivar las más grandes y hermosas flores que jamás nadie pudiera ver: amor, tiempo, dedicación y respeto. No tuve los recursos necesarios para darles lo que se supone les faltaba, pero me he dedicado a ellas en cuerpo y alma..."
El explorador, sorprendido, solo atinó a decir: ¡gracias! ¡se lo agradezco señor mío! ¡realmente se lo agradezco!

Después de eso comprendió que él, por el simple hecho de  "existir", constituía por derecho auniversal, la siguiente ecuación aritmética: Si cuido de mi persona, cuido de mis seres queridos. Si cuido de mis seres queridos, cuido de mi propiedad. Si cuido de mi propiedad, estoy al tanto de lo que realmente necesito. Si mi invernadero es parte de mi propiedad, debo cuidarlo, y si invierto dentro lo que tengo o soy lo que quiero descubrir, podré convertirme en el más grade descubrimiento. Eso es lo que soy: "La flor más hermosa del universo"...

FIN

1 comentario:

  1. No, pus,cuanta verdad... casi lloro.

    Estamos en Frecuencia.

    P.D. casi, he! :P

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