Basado en un hecho real:
El demonio habitaba su casa, no cabía la menor de las dudas. Al despertar, el dolor que sentía detrás de su cuerpo, en su espalda, solo establecía que no había sido una pesadilla como lo pensaba, y menos aún cuando ese dolor lo sentía físicamente. Se dio el valor de ir al espejo para revisarse y ver con sus propios ojos, absortos e incrédulos, que los moretones y rasguñoz eran reales, palpables y que evidenciaban una terrorífica realidad que no terminaba por concebir en su mente lógica.
El demonio habitaba su casa, no cabía la menor de las dudas. Al despertar, el dolor que sentía detrás de su cuerpo, en su espalda, solo establecía que no había sido una pesadilla como lo pensaba, y menos aún cuando ese dolor lo sentía físicamente. Se dio el valor de ir al espejo para revisarse y ver con sus propios ojos, absortos e incrédulos, que los moretones y rasguñoz eran reales, palpables y que evidenciaban una terrorífica realidad que no terminaba por concebir en su mente lógica.
Cuatro "Padres Nuestros" constituían la oración en las horas nocturnas para salvaguardarse así misma, y sin creer realmente en dichas oraciones, (entelequias recomendadas por un sacerdote), las recitaba fervientemente antes de dormir. De nada sirvieron, su suplicio la perseguía en cada anochecer, después de dormitar y caer rendida por el sopor.
Los psicotrópicos auto-recetados parecían dar mejores resultados, pero solo por breve tiempo. Dichos medicamentos solo funcionan para atender a personas con problemas "maniaco-depresivas", y ella no lo era. Su madre la instaba siempre a seguirlos tomando porque, de cierta manera, aliviaban su sufrimiento.
Cuatro años pasaron entre oraciones, medicamentos, psicólogos, psiquiatras, más medicamentos, más oraciones, el internado en un hospital psiquiátrico, camisas de fuerza, cuartos acolchonados, otro tipo de medicamentos "experimentales" y demás etcéteras. Los resultados seguían siendo los mismos: cada noche, al dormir, recibía el castigo iracundo de un demonio eufórico y cada vez más vigoroso en su tarea nocturna por causarle daño.
Agobiada por tales tormentos, una noche se decidió por escaparse del hospital psiquiátrico. Su entendimiento no daba para más, su racionalidad la confundía y ya no sabía distinguir entre lo falso y lo verdadero. El encierro en dicha institución, constituía una compensación inexplicable que se traducía en dos demonios: uno que la atormentaba de día y otro que se regocijaba con ella todas las noches.
Al encontrarse en "libertad" y fuera del hospital psiquiátrico, llevó a cabo el ritual de todos aquellos que se encuentran inmersos en la desesperación: la angustia y la desesperanza por aliviar el sufrimiento inconcebible que se radicaliza y se traduce en un estúpido acto de valor por quitarse la vida propia; ella, se suicidio... Apareció en los diarios de corte amarillista al otro día, los encabezados decían lo siguiente:
"ACTO FATÍDICO DE ENFERMA MENTAL CONMOCIONA A LA LOCALIDAD AL SUICIDARSE COLGADA CON ALAMBRES DE PÚAS QUE RESGUARDAN EL HOSPITAL DONDE SE ENCONTRABA INTERNADA ANTES DE SU FUGA" (sic) (Stultus vindemia!!)
Su madre "llora la pérdida" de la hija, pero tres días después, recibe una cuantiosa suma de dinero resultado de una herencia del padre biológico (fallecido hace 5 años) de la hoy occisa. El testamento dictamina lo siguiente:
"(...)para mi hija, que no me conoce, ni me ha conocido, dejo la cantidad de... y las propiedades concebidas por mi persona, (dictadas en este testamento) en vida, para que sirvan de sustento por los daños ocasionados y los derechos que le negué al no reconocerla como tal. Si ella no se encontrara (sic) presente en la lectura de este documento, por hallarse molesta y decidir no aceptar mis dádivas traducidas en un arrepentimiento, dejo los presentes patrimonios a su madre biológica para que les dé el mejor uso que su amor por ella, ha de sustentarle por haberla educado sin mi presencia. Sea ésta mi última voluntad(...)"
"(...)para mi hija, que no me conoce, ni me ha conocido, dejo la cantidad de... y las propiedades concebidas por mi persona, (dictadas en este testamento) en vida, para que sirvan de sustento por los daños ocasionados y los derechos que le negué al no reconocerla como tal. Si ella no se encontrara (sic) presente en la lectura de este documento, por hallarse molesta y decidir no aceptar mis dádivas traducidas en un arrepentimiento, dejo los presentes patrimonios a su madre biológica para que les dé el mejor uso que su amor por ella, ha de sustentarle por haberla educado sin mi presencia. Sea ésta mi última voluntad(...)"
La madre se encuentra ante el notario, llora, (sus lágrimas histriónicas son merecedoras de cualquier premio a la actuación). Al salir y haber firmado los documentos necesarios que le otorgan los derechos como albacea, esboza la más perversa de las sonrisas. Lo demás, ustedes imagínenlo!!
¿Con cuánta fascinerosa e inescrupulosa facilidad, se puede llegar a conseguir y concebir un fin ambicioso, depravado, perverso y a todas luces terrorífico para extinguir una vida inocente?
No cabe duda, el demonio existe y recide entre nosotros, ¿quién le va a dar tregua? (¡!)
FIN
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