Debemos reconvertir todo lo que nos han enseñado: Planta un hijo, tén un árbol, lee un pinche libro...

viernes, 24 de junio de 2011

El sentido de la vida

Para Abigaíl, amiga de una amiga...

-¿Pero qué sentido tiene la existencia cuando te has matado media vida estudiando y terminas siendo simplemente una ama de casa?- Se pregunta la protagonista de este cuento.

Dos años han pasado desde muchas y variadas vicisitudes, descalabros y dolor por encontrar "la felicidad". La vida es injusta, entendámoslo.

Ella sigue atada a los convencionalismos sintiendo que el fracaso la carcome: -No he hecho nada de mi vida, no he explotado todos mis "conocimientos" y sigo aquí, ligada a lo que soy, a lo que decidí ser, pero no me encuentro- Piensa hacia sus adentros sin entender que ese "no me encuentro" (que en el fondo acepta), solo significa un rotundo "no acepto mi realidad".

Abigaíl se siente encerrada, sola, desamparada tal vez, pero no se ha dado cuenta y no termina por comprender que los "encierros" que experimenta, solo constituyen el primer paso para liberarse, para sentirse liberada... ¿de qué? de los propios prejuicios que se ha inventado contra si misma.

Ella misma se ha programado inconscientemente, para vivir la realidad que vive en estos momentos. Es más, ni siquiera se ha detenido a pensar que la vida no tiene sentido. Si aceptara ésta simple premisa, se aclararía muchas cosas.

Cuando Abigaíl termine por aceptar que la vida no tiene sentido y que precisamente nos encontramos PARA ESO, PARA DARLE SENTIDO A NUESTRAS VIDAS a cada segundo, a cada minuto, a cada hora, a cada día, a cada semana, en cada mes y año por el cual nos corresponde VIVIRLA y disfrutarla, entenderá por fin que su existencia tiene y conlleva al mayor de los sentidos:

El estudio, no es lo mismo que el conocimiento, pero si el estudio te lleva al conocimiento y entiendes a éste último como tal, ¿qué esperas? entonces transmítelo... ¿A quién? ¡A tus hijos!

No necesitamos de dinero o posesiones materiales para sentirnos o ser "exitosos". Si la vida te da limones, aprende a hacer limonada (dictamina por ahí una vieja canción). Y si en lugar de limones, la vida te otorga descendencia, hijos a los cuales tienes que dedicarte... ¡Qué mejor! ¡Éducalos! ¡Convierte a esos hijos en buenas personas! ¡En las mejores personas! ¡Construye con ellos tu mejor obra de arte! Eso es lo que necesita en estos momentos éste mundo patéticamente adormecido. Cuando Abigaíl lleve a cabo tales recomendaciones, habrá cumplido con su verdadera misión en este universo "infinito".

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario