¡Prístino, original, simple hasta la nimiendad! Así debería ser nuestro comportamiento, de esa manera deberíamos de conducirnos cada día de nuestras vidas porque la verdad, es solo eso, una palabra hueca que ha perdido su sentido e invade los terrenos de lo falaz. Los embusteros gobiernan a éste mundo y el combustible de su andar, es alimentado por la gente ingenua y cobarde por no hacerse respetar.
Vale más una palabra comedida y engañosa, que cualquier hecho contundente; importa más una apariencia hipócrita, disimulada y maquillada, que una realidad objetiva en la búsqueda de la singularidad. La mayoría de las personas solo buscan la aprobación del otro, del otro, siempre del otro y sin importar la falta de respeto que se comete en contra de esa divina individualidad con la llegamos a este planeta.
Sé que no puedo cambiar al mundo, pero a la vez estoy seguro de que no pierdo nada con intentarlo. En ocasiones es más prudente guardar silencio ante la estulticia y evidente busqueda de aprobación de la gente que nos rodea. ¿Quién no se ha sentido incómodo ante la plática de un conocido que opina mierda acerca de cualquier asunto (sin argumentos sostenibles de por medio) y se sabe de antemano que sería una pérdida de tiempo el intentar mostrarle otra ruta, otro sendero?
El silencio es una buen recurso para zafarse, al menos para la gente que se da cuenta de que dicho silencio es insultante por evidente, pero que termina por ser a fin de cuentas, eso mismo: solo una simple salida que lleva a ningún lado.
El silencio es una buen recurso para zafarse, al menos para la gente que se da cuenta de que dicho silencio es insultante por evidente, pero que termina por ser a fin de cuentas, eso mismo: solo una simple salida que lleva a ningún lado.
Tratar de explicar con calma cualquier situación que nos atañe y nos repercute negativamente en la cotidianeidad de la vida que vivimos como seres humanos, resulta igual de ingente. Todo mundo tiene prisa, nadie contempla la calma y mucho menos la quietud necesaria para escuchar algo más allá de lo que una sociedad insulsa nos ha inculcado hasta el tuétano. Es preferible seguir a toda prisa y hacia ningún lado, que detenerse a reflexionar con toda sinceridad para aceptar que en el fondo somos seres quejumbrosos y por lo mismo patéticos.
Bajo estos términos es difícil cambiar las cosas y la verdad, creo que ya sobre-volé esa etapa quijotesca en que quería cambiar al mundo, textual y mágicamente. Diría un gran filósofo griego que si se quiere realizar dicha tarea, debemos comenzar a cambiarnos a nosotros mismos; pero en el país donde vivo, los filósofos de cualquier especie no alcanzan para explicarle a la gente que somos algo más allá que simples monos desnudos.
Hoy, por extrañas razones (motivadas por el comportamiento de gran parte de las personas que me rodean, no todas, que quede claro), recordé a Charles Bukowski y a una de tantas de sus frases heredadas para la posteridad:
"Al carajo con la verdad. El estilo es más importante: cómo hacer una por una cada cosita."
Tómese este escrito como el andar de una de esas "cositas" por hacer y ya de paso, como un tributo a la sobriedad que puede contener tanta crapulencia dentro de un mal llamado "poeta maldito"... ¡Salud!
Tómese este escrito como el andar de una de esas "cositas" por hacer y ya de paso, como un tributo a la sobriedad que puede contener tanta crapulencia dentro de un mal llamado "poeta maldito"... ¡Salud!
FIN