Debemos reconvertir todo lo que nos han enseñado: Planta un hijo, tén un árbol, lee un pinche libro...

domingo, 2 de octubre de 2011

Tiempos violentos

La mañana es fresca, el agua de la regadera es más fría de lo acostumbrado; ése es el termómetro natural que utiliza para descifrar temperaturas ambientales al sentirlas en su cuerpo cada mañana, debajo de la ducha.

El aire fresco al abrir la puerta para encender el auto, constituye la siguiente y monótona etapa de un nuevo día, y claro está, el disfrute necesario de sentir dicho aire fresco frente a su rostro para sentirse vivo, para sentir que la noche anterior que deslumbró en sueños, era solo eso, solo sueños.

La vida en ocasiones y más que en ocasiones, significa un sinfín de definiciones que dan sentido a una o más personas a la búsqueda de nada; a algo parecido a un pescado en estado de descomposición y con los ojos bien abiertos. También existen quienes la miran de la manera contraria, soñadores que terminan fantaseando en demasía y sin poner en práctica sus sueños.

Una mariposa suicida atraviesa la carretera a la espera de chocar contra el parabrisas de un auto y así mismo, ejemplificar con su acto, una metáfora desabrida de lo que sucede en este perro país en donde su puta realidad (junto con la justicia y de la mano) se han tomado unas vacaciones indefinidas.

Aquí pasa de todo y a la misma vez no pasa nada. Ayer asesiné a dos arañas y los grillos brincan alegres acompañados de una plaga que han creado para sí mismos y con mi ayuda; dos depredadores naturales ya no los persiguen. Un candidato a la presidencia municipal de no sé dónde, se prepara para bombardear con promesas a toda una horda de incautos parroquianos.

La vida sigue su curso, huele bien, pero a la vez apesta (¡!), todo depende de cómo se vea, o en el caso de este escrito, se pueda oler. En las escuelas no enseñan nada, excepto a callar, obedecer y eso, en realidad no es aprendizaje. Los árboles se doblan en ángulos de 45 a 38 grados, supongo, por el viento que arrecia sobre ellos.

Las golondrinas no tienen memoria, lo he comprobado. Podrán emigrar miles de kilómetros a la búsqueda de climas calurosos y propicios para su desempeño natural y regresar después, pero son incapaces de encontrar la salida de una jaula con las puertas abiertas en dónde se han metido; hasta parecen humanos.

Hoy no leí el periódico, tiempos violentos atiborran la realidad de este país hermoso. A cambio, decidí escribir este escrito sin sentido, anecdótico y atiborrado de incongruencias. A fin de cuentas, de eso se trata la vida… ¿No lo creen?

FIN

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