Debemos reconvertir todo lo que nos han enseñado: Planta un hijo, tén un árbol, lee un pinche libro...

viernes, 2 de septiembre de 2011

La selva mexicana

En la selva mexicana existe un orden que se supone salvaguarda el buen funcionamiento de la misma. La sociedad dentro de la selva constituye un estado monárquico en donde todos cumplen, o más bien mantienen, a un “rey”. El rey es el león, y este último no significa otra cosa que un simple y patético parásito que vive (¡y vaya que vive bien!) de la ignorancia y el miedo de todos sus súbditos que se lo permiten. Él los mantiene tranquilos con cuentos  místicos acerca de su postulación y del porqué él se encuentra en ese lugar, y no todos los demás. Pongámosle como nombre, “Presidente”.

Un ente llamado “Dios” ó mejor dicho, “cadena alimenticia”;  o mejor dicho, “voto útil”; o mejor dicho, “manipulación”… es el concepto que lo sustenta en su cargo viviendo ostentosamente y supuestamente a la cabeza de la misma para salvaguardar el bien, y eso sí, ni dudarlo, en la total y completa güevonez absoluta.

Debajo del rey, en la escala jerárquica, se encuentran otro tipo de “villanos”, por así decirlo, que comparten la misma especie y beneficios, claro está. Estos segundos se llaman leopardos y chitas; felinos en general pa’ que me entiendan. Carnívoros todos ellos y con ansias de comer y manipular al reino, a la sociedad en donde se desarrollan y así mismo se desenvuelven pegándose mordidas unos a otros, pero sin hacerse el mínimo de los daños. Pongámosle como nombre a estos segundos, el de “Senadores”.

Después, sigue otra especie similar, y digo similar, porque son los que con la misma vileza ostentan casi la misma situación jerárquica a la que les vengo platicando. Estos terceros son en realidad carroñeros; entes malignos, arribistas, animalejos que disfrutan del despojo como premio a su sumisión y apoyo hacia los dos primeros mencionados. Son como los buitres y las hienas, seres ventajosos. Supongamos que como nombre, llevan el de “diputados”.

Debajo de todos ellos coexiste un desparpajo absoluto llamado “pueblo”: changos, primates, reses de todos tamaños y sabores, carne de cañón haciendo ruido, escándalo y que a fin de cuentas  se tragan toda mentira concebida y por concebir.

Los primates hacen barullo, las reses, de todo tipo; seres gregarios a todas luces, se disgregan, se quejan, pero nunca llevan a cabo la promesa misma por “dejar de seguir siendo” lo que evidentemente son: adminículos, herramientas necesarias y obsoletas de intercambio, de manipulación y más manipulación para seguir manteniendo, para seguir sustentando en su lugar a sus verdugos. Con todas y cada una de sus concesiones…

Todos los cuentos deberían de preservar un final feliz; éste no. Pero tampoco debemos suponer que no existen o pueden existir los puntos intermedios. Desarrollémoslo en este momento: ¿Qué se nos escapa de todo ese reino? Sabemos de antemano el sonido que emite un chango, ¿no? Sabemos de antemano el sonido que emite toda esa fauna gregaria, buena para nada y parecida a las reses, ¿no?

¿Alguien sabe qué sonido emite una Jirafa?

Las Jirafas viven, son libres, se les tiene miedo. En pocas ocasiones se convierten en presa fácil de un depredador oportunista que vive en la misma selva. Ellas, “alti-altas”, nos miran desde arriba, guardan silencio, no dicen nada, nos observan y callan. Desde ese punto álgido, se dan a respetar en silencio. Digamos que son las intelectuales del reino, de la sociedad, de la selva.

Son como un escritor, son como un pobre diablo trabajando el intelecto en silencio y sin cesar diciendo mucho mediante sus letras. En realidad, son seres incomprendidos.

Y no me hagan mucho caso, las Jirafas, tal vez, también sean “raras”, “locas”, “marihuanas”, “borrachas”, “enemigas”, “rechazadas”, “rojas”, “comunistas”, "contrarias"; o tal vez, en el mejor o peor de los casos, solo una especie en peligro de expandirse y expandir la razón de los demás seres subordinados. 

El rey de la selva y su comitiva de crapulentos seres que lo siguen, las detestan; porque aquí, en la selva mexicana, está prohibido pensar…

FIN 

(Dedicado a todos los periodistas asesinados en esta pesadilla llamada "sexenio calderonista").

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